26 may 2010

El Real de la Jara (Sevilla)


El Real de la Jara - Acuarela (11 abril 2010) - 20,5 x 26,5 cm.


Hoy ha sido el día en el que me he sentido mejor caminando a pesar del constante abrir y cerrar portelas de las fincas habitadas por las que pasa el camino. Paisaje de sube y baja entre encinas, alcornoques y verdes pastos primaverales.
Perro que pasa junto a mí o yo de él, perro que arremete contra mí como si se tratara del mayor de sus enemigos. Tal es el terror que les tengo que ante las mil historias que me han contado sobre los mastines en la Vía de la Plata, compré un "auyentador" tratando de evitar tales problemas. Hoy lo iba a comprobar. Me encontraba junto a una finca en la que tras la portela un enorme mastín, que a mí me pareció un león, descansaba placenteramente junto a la portela por la que yo tenía que salir para continuar mi camino, pasé la primera portela, la cerré. Con una mano, nervioso, sujetaba fuerte el bordón y con la otra mantenía el "auyentador" dispuesto a activarlo en cuento el animal moviera una oreja, pasé junto a él temblando y mientras yo, nervioso, no conseguía abrir la verja el animal se levantó, estiró sus músculos y tranquilo puso rumbo hacia la casa, pensando, seguro, que estaba ante el peregrino más tonto que había pasado nunca. No dudo de los posibles problemas que han podido tener otros con estos animales, pero terminado el camino, tengo que reconocer que yo no he tenido problemas y sí que he oído que los perros tienden a ponerse nerviosos en caso de pasar de noche utilizando linternas, horas y formas de caminar que cada día es mas habitual; yo soy de los que gusta disfrutar de los paisajes por los que paso y siempre lo hago a partir de que el sol apunta en el horizonte.
Como curiosidad diré que el albergue de El Real de la Jara ocupa el edificio de un antiguo depósito de agua de gruesos muros, que como otros muchos, no dispone de hospitalero, tienes que bajar al ayuntamiento a inscribirte y donde un funcionario te da una llave del albergue y ahí te arregles. Vamos, le falta la hospitalidad que le da la presencia de un responsable que en cuanto llegas sabe en el estado en el que lo haces y es conocedor de los pormenores del camino. Después de baja-y-sube al ayuntamiento volví al pueblo con Txaro e Ismael, peregrinos con los que confraternizo a las mil maravillas y juntos cenamos en el asador La Cochera donde degustamos unas tablas de "secreto", un plato de exquisita carne de cerdo ibérico a la brasa que no he vuelto a comerlo igual.
Es el último pueblo de Sevilla en el camino y el primero en el que había, y es muy común en el sur de España, numerosos símbolos del Athletic Club de Bilbao, eran hinchas de Aitor Ocio uno de los jugadores del club de fútbol bilbaino. Me sentí como si estuviera en casa a pesar de no ser yo un habitual de este deporte.

1 comentario:

  1. una maravilla, me encanta. A mi tambien me gusta la pintura aunque nunca he hecho acuarelas.
    Que gustazo hacer el camino así, con tus bartulos de pintura y pararte a plasmar aquello que la naturaleza te pone por delante.
    Aunque esto supone llevar un peso extra, es mayor la satisfacción de ver tu obra...
    Te animo a que continues. Enhorabuena
    ksoyo

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